martes, 18 de junio de 2013

“Todas las mujeres sufrimos vejaciones”

En un valiente, preciso y conmovedor testimonio, Gloria Di Rienzo dio cuenta de los crímenes contra la integridad sexual cometidos por la patota del Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba.

Por Alexis Oliva  -  (El Argentino, edición Córdoba)

“Yo quería seguir viviendo. Después de la brutalidad y el daño a la dignidad y el honor, tenía que restituirme a mí misma y que esto no me dañe de nuevo o que me dañe lo menos posible el resto de mi vida. Así que al salir en libertad me busqué un trabajo, formé una familia y traté de tener una vida como todo el mundo. Y a esto lo encapsulé en mi interior”, dijo Gloria Di Rienzo al promediar su relato, ayer, ante el Tribunal que juzga los crímenes de lesa humanidad cometidos en Córdoba durante la dictadura.

Entre estos crímenes, la unidad que coordina la tarea de los fiscales ha recomendado que los actos de violencia sexual que formaron parte del terrorismo de Estado “sean tratados como tales” y no subsumidos en la figura penal de “tormentos”. Además, para que puedan investigarse, es necesario que la víctima esté dispuesta a denunciarlos.
Eso es lo que Di Rienzo encapsuló en su memoria durante más de treinta años, hasta que la Justicia le dio la oportunidad de denunciar. Al comenzar la audiencia de ayer, el juez Jaime Díaz Gavier le ofreció declarar “sin el público y los imputados”, a lo que la testigo respondió: “Prefiero y agradezco la posibilidad de que los imputados se retiren”.

Y no es que les tuviera miedo, porque durante el reconocimiento había pedido mirar a la cara a sus victimarios, en su mayoría ex policías del Departamento de Informaciones de la Policía, a los que identificó uno por uno: Raúl Alejandro Contreras, Ricardo Cayetano Rocha, Raúl Calixto Flores, Juan Carlos Cerrutti, Herminio Jesús Antón fueron nombrados o señalados por Di Rienzo como quienes, desde su secuestro el 13 de septiembre de 1975, la golpearon, torturaron y vejaron en el Departamento de Informaciones D2 de la Policía de Córdoba.

“En esos tres días y medio fui sometida a todo tipo de torturas, con electricidad, me ahogaron en agua, en un momento incluso me tiraron agua caliente en las piernas; y allí también fui violada”, relató la testigo. “Como yo no quería abrir las piernas, me quedaron las marcas de las uñas en las entrepiernas, de la fuerza que ellos hicieron para abrirlas”, rememoró. Incluso, identificó a Graciela Antón como la mujer policía que le “retorcía los pezones”.
Ante un público conmovido e indignado, Di Rienzo hizo un acopio de memoria y coraje para revivir las atrocidades sufridas, con 20 años de edad, en cada uno de los interrogatorios a los que resistió, desnuda e indefensa. “A todas nos hicieron vejaciones como mujeres”, aseguró. “Además de violarme, picanearme y golpearme; de estar sin alimento, desnuda y con frío, no podía pensar que mis padres no me buscaran. Me estaban negando. Entonces, tomé conciencia de que me iban a matar. Ahí me preparé para que, hicieran lo que hicieran, no consiguieran nada de mí”.

Justamente, el no delatar a sus compañeros de militancia en el Partido Revolucionario de los Trabajadores le deparó una furibunda golpiza -en la que ubicó al imputado Carlos Yanicelli- que la dejó al borde de la muerte. Luego de varios días de internación en Policlínico Policial, fue enviada a la Penitenciaría de San Martín, donde soportó nuevos padecimientos y fue testigo de los crímenes de la treintena de presos y presas fusilados por “ley de fugas”. En septiembre del ‘76 fue trasladada a la cárcel porteña de Devoto, de donde salió con “libertad vigilada” en marzo del ‘80.

“El seguimiento era permanente y a la vista. Recuerdo un R12 celestito con un civil adentro, que sabía estar al frente o al a vuelta de casa y cuando yo iba a trabajar, iba conmigo”, refirió. Ese acoso se extendería hasta muchos años después del retorno de la democracia: “En 1996, mi domicilio fue allanado por prácticamente el mismo personal de aquel entonces: Yanicelli (entonces jefe de Inteligencia policial), (Juan) Dómine y (Luis Alejandro) Nieto, con el pretexto de que acusaban a mi esposo de robo de vehículos. No era de ninguna manera eso. Les dijeron a los vecinos que se queden tranquilos, que era un operativo ‘antisubversivo’. Eran las vacaciones de julio y estábamos con mis hijos. En un momento, hicieron alusión a la intervención anterior, con un cantito burlón: ‘Somos los mismos’. Nos amenazaban con volar la casa y me decían: ‘En esta ocasión, Gloria Di Rienzo, no tenemos ningún interés en usted o en su persona’. Esto demostraba que eran los mismos”, relató, minutos antes de finalizar su testimonio y retirarse aplaudida.

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