La lista y los lugares que marcó el represor
El ex carapintada Barreiro dio a conocer 25 nombres de víctimas que habrían sido sepultadas en los hornos de La Ochoa, la estancia de Luciano Menéndez, donde ya se habían hallado restos humanos. La fiscalía pidió cautela hasta que se corroboren sus dichos.
Por Marta Platía
Desde Córdoba
Se lo veía venir, pero nadie esperaba que fuese antes de que su jefe, Luciano Benjamín Menéndez, de 87 años, muriera: el represor Ernesto “el Nabo” Barreiro pareció romper ayer el pacto de silencio que sellaron los sicarios del terrorismo de Estado durante la última dictadura. Fue durante la audiencia 196 del megajuicio La Perla-Campo de la Ribera, y eligió nada menos que el Día de los Derechos Humanos para abrir la boca. No fue casual. Nada en él lo es. A través de su abogado defensor, pidió que fuese sin periodistas ni público en la sala.
Sediento de un protagonismo que ha exhibido cada vez que pudo ampliar su declaración –de hecho, son cuasi clases de historia teñidas por su propia visión–, el ex carapintada dio ayer una lista de 25 nombres de desaparecidos supuestamente sepultados en y detrás de los hornos de La Ochoa, la estancia de Menéndez dentro de los predios del campo de concentración de La Perla, donde el último 21 de octubre los antropólogos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) encontraron restos óseos humanos que, se presume, habrían sido inhumados allí.
Barreiro dijo encabezar una “comisión” de imputados de la que también son parte los represores Luis “Cogote de Violín” Manzanelli, José Hugo “Quequeque” Herrera y Héctor “Palito” Romero. Un grupo de torturadores que decidió –en el pabellón MD2 de la prisión de Bouwer, donde están recluidos 50 de los 51 acusados en este juicio– “colaborar en la investigación de la causa, para paliar el dolor de las familias de las víctimas”.
Según detalló el fiscal Facundo Trotta a Página/12, “Barreiro dijo que hay veinte (desaparecidos) en el horno de La Ochoa –donde se descubrieron los restos óseos–; cuatro más en un horno cercano a La Ochoa, y una víctima más, ‘de nombre importante’, enterrada cerca de Villa Ciudad de América (al sur de esta capital, cerca de Alta Gracia). Se trata de unos 25 nombres entre los 400 desaparecidos que implica esta causa. Debemos ser cautelosos, ya que no podremos saber si esto que revelan es verdad o no, hasta tanto se hagan los hallazgos correspondientes y las pruebas de ADN”. Luego de la declaración de Barreiro, los jueces dispusieron la realización de una “inspección ocular” en los lugares señalados por el represor.
A la salida de la audiencia a puertas cerradas –pedido por nota por el defensor de los imputados, Osvaldo Viola–, el presidente del Tribunal Oral Federal Nº 1, Jaime Díaz Gavier, evaluó: “Esto es altamente significativo. Creo que es un cambio de actitud, ya que es la primera vez en que, en los juicios de este país, los imputados han expresado su voluntad de colaborar”. Según el juez, no lo “sorprendió” lo sucedido, ya que lo leyó como “una consecuencia muy interesante de lo que este tribunal ha hecho desde 2008: que se tome conciencia de que es una necesidad histórica y social de la sociedad argentina y de los familiares de las víctimas cerrar esta etapa, y el único modo de hacerlo es decir dónde están los cuerpos de las personas desaparecidas”. Díaz Gavier siguió: “Me parece que es el comienzo de una actitud distinta. Que en este juicio y otros que se hacen en el país, los imputados tomen conciencia de que hay que cerrar ese período trágico de nuestra historia y no hay mejor manera de que se cierre que decirles a los familiares de las víctimas dónde están los restos de sus seres queridos”.
Tanto Díaz Gavier como Trotta resaltaron que Barreiro repitió varias veces que los represores que hablaron lo hicieron “en términos de una voluntad animada por un espíritu de caridad y tratar de paliar el dolor de los familiares”; aunque teniendo en cuenta su trayectoria de torturadores y desaparecedores –ya atestiguaron más de 430 personas desde que comenzó este juicio, el 4 de diciembre de 2012– no se descarta que vayan a pedir algo a cambio. En ese sentido, el juez afirmó que “no hubo pedido de conmutación de penas, ni podría haberlo. Pero, sí, la ley prevé la reducción de penas para personas acusadas de un delito si contribuyen al esclarecimiento de los hechos juzgados. Llegado el momento, se valorará si las pruebas aportadas son tales y tienen entidad”.
Uno de los defensores de oficio de los imputados, Carlos Casas Nóblega, opinó que “esta bisagra en el juicio ocurrió porque los propios imputados se conmueven y tienen sensibilidad por lo que escuchan. Ellos tienen la facultad de conmoverse. Esto es un trabajo que estuvieron haciendo ellos mismos”. En diálogo con Radio Universidad, el abogado hasta leyó la lista con los nombres de (18 de) los 25 desaparecidos que entregó Barreiro; una infidencia que puso a varias familias en estado de zozobra. Una angustia que desde el tribunal no se quería ocasionar, y por lo cual se había pedido reserva hasta constatar lo dicho por los imputados y no dar falsas expectativas a los familiares.
Llegado el final de la audiencia, un testigo contó una escena que, hasta ayer, nadie podía imaginar: “Menéndez lo abrazó a Barreiro por más de medio minuto y hasta se los vio emocionados”. Un gesto que sorprendió, ya que se sabe de la puja que existía entre ellos. El ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército se ha negado siempre a dar ningún tipo de dato y ha impulsado el cumplimiento del pacto de sangre y silencio; en tanto que el Nabo Barreiro, en su verborragia, ha manifestado, en entrevistas concedidas al periodista español Vicente Romero, que él era partidario de hablar (ver aparte).
La pregunta del millón ayer en tribunales era qué se proponen Barreiro y sus otros tres cómplices al hacer este tipo de revelaciones en esta instancia del juicio.
Silvia Di Toffino, la titular de HIJOS Córdoba, le dijo a este diario: “Lo nuevo es que se entregó un listado, que se visitó con ellos los hornos donde está trabajando el EAAF, pero no dieron datos nuevos. Creemos que ellos usaron este día, 10 de diciembre, para no aportar nada más y generar este movimiento. Estamos convencidos de que no se rompió ningún pacto de silencio. Son nombres de personas que han sido secuestradas por ellos”.
–¿Piensan que tal vez se trata de abrir el paraguas antes de que se encuentren esos nombres en los hornos en los que trabajan los antropólogos?
–A eso no lo evaluamos, pero creemos que el tiro de ellos hoy fue generar una tensión, una gran incertidumbre en los familiares. Nosotros creemos que es una nueva jugada de un personaje como éste, que fue jefe de torturadores e interrogadores, y cuando Menéndez lo abrazó, no creemos que se trate del rompimiento de un pacto de sangre.
Por su parte, el querellante Claudio Orosz afirmó que “hay que ser muy cautos, ya que Barreiro puede mentir en la declaración indagatoria, por lo que hay que esperar hasta que se confirmen sus dichos”.
El fiscal Trotta, al final de la jornada, resaltó que si bien “hubo quiebre en el pacto de silencio, de la inspección ocular no surgió nada nuevo, salvo un par de lugares más que se agregaron durante la recorrida y van a ser investigados”.
Sean ciertos o no los nombres y datos que entregó Barreiro, lo concreto es que ayer acaparó la escena, lo cual era, de hecho, su objetivo. Un funcionario judicial presente en la sala detalló a este diario que, apenas tomó la palabra ante el tribunal, sonrió satisfecho y dijo: “Ahora yo voy a ocupar el centro”.
El ex carapintada Barreiro dio a conocer 25 nombres de víctimas que habrían sido sepultadas en los hornos de La Ochoa, la estancia de Luciano Menéndez, donde ya se habían hallado restos humanos. La fiscalía pidió cautela hasta que se corroboren sus dichos.
Por Marta Platía
Desde Córdoba
Se lo veía venir, pero nadie esperaba que fuese antes de que su jefe, Luciano Benjamín Menéndez, de 87 años, muriera: el represor Ernesto “el Nabo” Barreiro pareció romper ayer el pacto de silencio que sellaron los sicarios del terrorismo de Estado durante la última dictadura. Fue durante la audiencia 196 del megajuicio La Perla-Campo de la Ribera, y eligió nada menos que el Día de los Derechos Humanos para abrir la boca. No fue casual. Nada en él lo es. A través de su abogado defensor, pidió que fuese sin periodistas ni público en la sala.
Sediento de un protagonismo que ha exhibido cada vez que pudo ampliar su declaración –de hecho, son cuasi clases de historia teñidas por su propia visión–, el ex carapintada dio ayer una lista de 25 nombres de desaparecidos supuestamente sepultados en y detrás de los hornos de La Ochoa, la estancia de Menéndez dentro de los predios del campo de concentración de La Perla, donde el último 21 de octubre los antropólogos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) encontraron restos óseos humanos que, se presume, habrían sido inhumados allí.
Barreiro dijo encabezar una “comisión” de imputados de la que también son parte los represores Luis “Cogote de Violín” Manzanelli, José Hugo “Quequeque” Herrera y Héctor “Palito” Romero. Un grupo de torturadores que decidió –en el pabellón MD2 de la prisión de Bouwer, donde están recluidos 50 de los 51 acusados en este juicio– “colaborar en la investigación de la causa, para paliar el dolor de las familias de las víctimas”.
Según detalló el fiscal Facundo Trotta a Página/12, “Barreiro dijo que hay veinte (desaparecidos) en el horno de La Ochoa –donde se descubrieron los restos óseos–; cuatro más en un horno cercano a La Ochoa, y una víctima más, ‘de nombre importante’, enterrada cerca de Villa Ciudad de América (al sur de esta capital, cerca de Alta Gracia). Se trata de unos 25 nombres entre los 400 desaparecidos que implica esta causa. Debemos ser cautelosos, ya que no podremos saber si esto que revelan es verdad o no, hasta tanto se hagan los hallazgos correspondientes y las pruebas de ADN”. Luego de la declaración de Barreiro, los jueces dispusieron la realización de una “inspección ocular” en los lugares señalados por el represor.
A la salida de la audiencia a puertas cerradas –pedido por nota por el defensor de los imputados, Osvaldo Viola–, el presidente del Tribunal Oral Federal Nº 1, Jaime Díaz Gavier, evaluó: “Esto es altamente significativo. Creo que es un cambio de actitud, ya que es la primera vez en que, en los juicios de este país, los imputados han expresado su voluntad de colaborar”. Según el juez, no lo “sorprendió” lo sucedido, ya que lo leyó como “una consecuencia muy interesante de lo que este tribunal ha hecho desde 2008: que se tome conciencia de que es una necesidad histórica y social de la sociedad argentina y de los familiares de las víctimas cerrar esta etapa, y el único modo de hacerlo es decir dónde están los cuerpos de las personas desaparecidas”. Díaz Gavier siguió: “Me parece que es el comienzo de una actitud distinta. Que en este juicio y otros que se hacen en el país, los imputados tomen conciencia de que hay que cerrar ese período trágico de nuestra historia y no hay mejor manera de que se cierre que decirles a los familiares de las víctimas dónde están los restos de sus seres queridos”.
Tanto Díaz Gavier como Trotta resaltaron que Barreiro repitió varias veces que los represores que hablaron lo hicieron “en términos de una voluntad animada por un espíritu de caridad y tratar de paliar el dolor de los familiares”; aunque teniendo en cuenta su trayectoria de torturadores y desaparecedores –ya atestiguaron más de 430 personas desde que comenzó este juicio, el 4 de diciembre de 2012– no se descarta que vayan a pedir algo a cambio. En ese sentido, el juez afirmó que “no hubo pedido de conmutación de penas, ni podría haberlo. Pero, sí, la ley prevé la reducción de penas para personas acusadas de un delito si contribuyen al esclarecimiento de los hechos juzgados. Llegado el momento, se valorará si las pruebas aportadas son tales y tienen entidad”.
Uno de los defensores de oficio de los imputados, Carlos Casas Nóblega, opinó que “esta bisagra en el juicio ocurrió porque los propios imputados se conmueven y tienen sensibilidad por lo que escuchan. Ellos tienen la facultad de conmoverse. Esto es un trabajo que estuvieron haciendo ellos mismos”. En diálogo con Radio Universidad, el abogado hasta leyó la lista con los nombres de (18 de) los 25 desaparecidos que entregó Barreiro; una infidencia que puso a varias familias en estado de zozobra. Una angustia que desde el tribunal no se quería ocasionar, y por lo cual se había pedido reserva hasta constatar lo dicho por los imputados y no dar falsas expectativas a los familiares.
Llegado el final de la audiencia, un testigo contó una escena que, hasta ayer, nadie podía imaginar: “Menéndez lo abrazó a Barreiro por más de medio minuto y hasta se los vio emocionados”. Un gesto que sorprendió, ya que se sabe de la puja que existía entre ellos. El ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército se ha negado siempre a dar ningún tipo de dato y ha impulsado el cumplimiento del pacto de sangre y silencio; en tanto que el Nabo Barreiro, en su verborragia, ha manifestado, en entrevistas concedidas al periodista español Vicente Romero, que él era partidario de hablar (ver aparte).
La pregunta del millón ayer en tribunales era qué se proponen Barreiro y sus otros tres cómplices al hacer este tipo de revelaciones en esta instancia del juicio.
Silvia Di Toffino, la titular de HIJOS Córdoba, le dijo a este diario: “Lo nuevo es que se entregó un listado, que se visitó con ellos los hornos donde está trabajando el EAAF, pero no dieron datos nuevos. Creemos que ellos usaron este día, 10 de diciembre, para no aportar nada más y generar este movimiento. Estamos convencidos de que no se rompió ningún pacto de silencio. Son nombres de personas que han sido secuestradas por ellos”.
–¿Piensan que tal vez se trata de abrir el paraguas antes de que se encuentren esos nombres en los hornos en los que trabajan los antropólogos?
–A eso no lo evaluamos, pero creemos que el tiro de ellos hoy fue generar una tensión, una gran incertidumbre en los familiares. Nosotros creemos que es una nueva jugada de un personaje como éste, que fue jefe de torturadores e interrogadores, y cuando Menéndez lo abrazó, no creemos que se trate del rompimiento de un pacto de sangre.
Por su parte, el querellante Claudio Orosz afirmó que “hay que ser muy cautos, ya que Barreiro puede mentir en la declaración indagatoria, por lo que hay que esperar hasta que se confirmen sus dichos”.
El fiscal Trotta, al final de la jornada, resaltó que si bien “hubo quiebre en el pacto de silencio, de la inspección ocular no surgió nada nuevo, salvo un par de lugares más que se agregaron durante la recorrida y van a ser investigados”.
Sean ciertos o no los nombres y datos que entregó Barreiro, lo concreto es que ayer acaparó la escena, lo cual era, de hecho, su objetivo. Un funcionario judicial presente en la sala detalló a este diario que, apenas tomó la palabra ante el tribunal, sonrió satisfecho y dijo: “Ahora yo voy a ocupar el centro”.
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